Trabajos Practicos 1º Trimestre

Trabajo de Investigación 2º Trimestre


El Evangelio según San Marcos


El Evangelio según San Marcos parece ser, según las opiniones más difundidas, el más antiguo de los que actualmente poseemos. Si bien en la Biblia está colocado primero el de San Mateo, muchos investigadores sostienen que gran parte del material que contiene este Evangelio ha sido tomada del de San Marcos. Si esto es así, entonces el Evangelio de San Marcos representa una etapa muy antigua de nuestra Iglesia. Su presentación del misterio de Jesús, de su Muerte y su Resurrección, sería la de la comunidad más primitiva. Esto explicaría también por qué su Evangelio es el más breve de todos.

Para ubicar el origen del Evangelio de Marcos debemos remitirnos a algunos escritores antiguos, que nos dicen que Marcos era compañero de Pedro: esto nos hace dirigir nuestra mirada hacia Roma. Efectivamente, en el Evangelio hay indicios de que está dirigido a una comunidad romana: el autor, para indicar los nombres de monedas, títulos militares, etc., prefiere usar palabras latinas en vez de griegas.

Los mismos escritores antiguos nos indican que fue compuesto en la época de la muerte de San Pedro. Es por lo tanto la época de la persecución de Nerón. Podemos imaginar cuál es el auditorio de Marcos: un grupo de cristianos en Roma, en medio de las persecuciones. Eran cristianos que recién comenzaban y que de pronto se encontraron con esta prueba sangrienta que es la persecución. Son conscientes de que ha venido el Mesías, de que ha comenzado el Reino de los Cielos, pero también ven que no hay una intervención de Dios para salvar a la comunidad que se encuentra en esta situación.
¡Cuántas cosas se preguntaría esa comunidad de cristianos romanos que se reunían a escuchar la predicación y a celebrar la Eucaristía! El predicador debía dar una respuesta a todas estas preguntas. Sería tarea de Marcos presentar al Cristo Viviente, Muerto y Resucitado, que responda a todos estos interrogantes.
  
En el Evangelio no aparece su nombre. No podemos precisar el nombre del autor.
Se escribió cerca del año  70, fue escrito en Roma. Se escribe a los cristianos venidos del paganismo. Esta comunidad se encuentran en plena persecución[1].  Podemos observar que el Evangelio tiene un cierto contexto cultural romano: alusión al derecho y horario romano,[2] explicación de monedas hebreas con su equivalencia romana.[3]

El autor se preocupa de explicar ciertas costumbres a los no judíos, lo podemos observar en 7,3 donde explica el significado “del lavado de manos”. Usa muchas palabras en arameo, pero estas palabras que no pueden ser comprendidas, él las explica, podemos dar como ejemplos: Boanerges (3,17); Talita Kum (5,41) Korbán (7,11); Effatá (7,34); Bartimeo (10,46); Abba (14,36); Eloi, Eloi, Lema Sabactani (15,34).[4] Otro dato importante es que el autor se refiere a los judíos en tercera persona.
El autor también incorpora palabras latinas, sabiendo que iban hacer comprendidas por los destinatarios (paganos-cristianos): centurión (15,39); legión (5,9); denario (6,37); cuadrante (12,42); jarras (7,4); flagelar (15,15), etc.

 Plan del Evangelio

 El Evangelio se divide en dos partes:
 (1,1). “Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios.” Este título da la estructura de toda la obra. El Evangelista le da dos títulos a Jesús: Cristo e Hijo de Dios
Estos dos títulos van a ser de modo la síntesis de cada una de las dos partes del Evangelio.
Cada una de las dos partes termina con una confesión de Fe.: 

Primera parte (1,1-8,30)

Confesión de Pedro: (8,29) “... Tú eres el Cristo...”

Segunda Parte: (8,31-16,8)

Confesión del Centurión: (15,39)
“Verdaderamente este  hombre era Hijo de Dios”.

El título Hijo de Dios. Es el que se destaca en toda la obra:
Ø  Dios dice a Jesús:       ...”Tú eres mi hijo amado....” (1,11)
Ø  Dios dice a los hombres:       ...“Este es mi Hijo Amado”... (9,7)
Ø  Y al final un pagano (Centurión) reconoce a Jesús como Hijo de Dios: “Verdaderamente este  hombre era Hijo de Dios”. (15,39)

La segunda parte comienza con algo nuevo, enseñando la pasión: “ El hijo del Hombre debía sufrir mucho...” (Mc 8,31 ss), Lo que era secreto en la primera parte, ahora lo dice abiertamente (8,32). La verdadera condición mesiánica pasa por la cruz (8,34).

Debido a las persecuciones que sufría la comunidad fue necesario conducir a los creyentes por el camino de la cruz ( Mc 8,31-38).
La vida de Jesús se explica desde la pasión. Jesús es el Mesías por la pasión, es ahí donde se encuentra el hijo de Dios, no en realizar signos (C.f.13,22). El centro del Evangelio de Marcos es la teología de la cruz. Marcos resalta que estamos ante el sufrimiento  de uno que no tiene pecado y que es abandonado por todos. Nos pone ante un Mesías crucificado , que es el salvador. Y salva no a pesar de sus sufrimientos sino a través de ellos. Pero no termina todo en la cruz, sino en la resurrección. El sufrimiento se une con la resurrección.
Para todo cristiano, el ejemplo de Jesús crucificado, dolorido, sufriente, debe ser un impulso de fuerza para aprender a llevar los dolores de cada día, las “ cruces ” de nuestra vida diaria.
Soportar esos dolores, tomar nuestras propias cruces, es una manera de unirnos al sacrificio de Jesús y participar de sus efectos salvadores.
El reino es anunciado (1,15), es instaurado (4,26s.;4,30s) y esperado (14,25;13,32).


[1] Cf. Las frecuentes alusiones al tema: 8,34s.38;10,30.33.45;13,8.10.
[2] Cf. 10,12;13,35
[3] Cf. 12,42
[4] C.f. Ibid. Pg. 261.