Conclusión
Los cuatro
Evangelios nos enseñan que “ Dios amó
tanto al mundo que entregó a su hijo para salvarnos...” nos mostró un
camino: el Amor.
Jesús es el
cumplimiento definitivo de toda la ley y los profetas. El supo obedecer
plenamente la voluntad de su Padre.
Jesús nos regaló
una ley nueva: la ley del amor, que selló con su muerte y su Resurrección; y
nos regala su Espíritu para que podamos vivirla.
Todas las personas tenemos dentro de nosotros
sentimientos totalmente contrarios. Por un lado, queremos vivir felices y hacer
agradable la vida a los que nos rodean:
padres, hermanos, amigos, vecinos... y deseamos ayudarles, dejarles nuestras
cosas, decirles la verdad, perdonarles, disculparles... Otras veces, sin
embargo, fabricamos un mundo violento: reñimos, peleamos, guardamos rencor,
criticamos, tenemos ira y envidia...
El mundo está falto de lo mas necesario: de amor a Dios y al prójimo. Es urgente
promover una verdadera fraternidad entre los hombres. Pero esta fraternidad
solo es posible si volvemos nuestro corazón a Cristo.
El motivo por el que debemos amar a todos
los hombres es porque amamos a Dios. La
caridad: el amor, es el más excelente de todos los dones de Dios. Dios es amor. Este amor se Dios se
manifiesta en Cristo. El amor y servicio a Cristo ha de expresarse y
concretarse en el amor y servicio a los hermanos.
El término más
usado para expresar el amor cristiano es la palabra griega “agápe”. Expresa el
amor que procede de Dios, el amor hacia los demás que nace de la proximidad de
Dios y que asume todas las energías y virtualidades del amor humano. Podemos
apreciar la profundidad del significado de “agápe” teniendo en cuenta que el
amor a Dios se traduce en imitación: en hacer lo que Dios hace y quiere (Mt
5,44-45; 6,10; 7,21; 12,50). Y lo que Dios hace, precisamente, es amar a los
hombres. Por eso, ser fiel a Dios significa no ofender al prójimo, ser sincero,
renunciar a la venganza, hacer el bien a los demás, no condenar.
Hay amor a Dios y amor de Dios donde hay amor a los
demás. Hay relación con Dios donde hay amor mutuo.
Hay cristianismo y comunidad cristiana donde el amor fraterno se hace realidad
por medio de las obras. La medida de la fe es el amor.
Pero no alcanza
con saber este mensaje
San Juan nos
dice: “ Sabiendo estas cosas, serán
bienaventurados si las ponen en práctica”